A pesar de que la palabra “vegano” no fue acuñada hasta 1944, la idea de renunciar a los productos lácteos y a los huevos, además de a la carne animal, puede remontarse al menos 35 años atrás en Gran Bretaña (e incluso antes, si se considera Lewis Gompertz [1783/84-1861], un vegano que fue miembro fundador de lo que luego se convirtió en la Royal Society for the Prevention of Cruelty to Animals [“Sociedad Real para la Prevención de la Crueldad a los Animales”]). A partir de 1909, algunas personas dentro de la British Vegetarian Society (“Sociedad Vegetariana Británica”), que se había formado en 1847, empezaron a cuestionar si, por razones de moralidad y, en menor grado, de salud, el rechazo de los alimentos cárnicos podía conciliarse con el consumo continuado de productos lácteos y huevos. El debate continuó desde 1909 hasta 1944, cuando la Vegetarian Society rechazó una solicitud para dedicar una parte de su revista, The Vegetarian Messenger (“El Mensajero Vegetariano”), a aquellos miembros de la Sociedad que rechazaban los productos lácteos y los huevos.
En 1944, Donald Watson, que había sido Secretario de la Sociedad Vegetariana de Leicester, y otros vegetarianos más decidieron comenzar un grupo – The Vegan Society (“La Sociedad Vegana”)- para oponerse al consumo de productos lácteos y huevos. El grupo utilizó inicialmente la palabra “vegan” que, más adelante, Watson explicó que representaba el principio (“veg”) y el final (“an”) de “vegetarian”, reflejando que el veganismo era el punto final natural de una dieta vegetariana. El grupo comenzó una revista trimestral llamada The Vegan News (“Las Noticias Veganas”), que más tarde se convirtió en The Vegan.
Los primeros veganos creían que su dieta no solo era sostenible, sino que era más saludable que aquella que incluía lácteos o huevos. Sin embargo, era evidente que también estaban motivados por al menos tres preocupaciones éticas. Primero, estaban preocupados por el efecto que el hecho de comer animales tenía en el desarrollo moral y espiritual de los seres humanos. En el primer número de The Vegan News, Watson y sus colegas explicaron que el vegetarianismo “no es más que una casa a medio camino entre el consumo de carne y una dieta verdaderamente humanitaria y civilizada, y pensamos, por lo tanto, que durante nuestra vida en la tierra deberíamos tratar de evolucionar” hacia una dieta que excluya todos los productos de origen animal. Afirmaron sospechar que “el gran impedimento para el desarrollo moral del hombre puede ser que este es un parásito de las formas inferiores de vida animal” y expresaron la opinión de que “el destino espiritual del hombre es tal que, con el tiempo, verá con aborrecimiento la idea que los hombres una vez se alimentaron de productos provenientes de los cuerpos de los animales”.
En segundo lugar, los veganos, como los vegetarianos, estaban preocupados por la matanza y la crueldad inherentes a la producción de alimentos de origen animal. Los vegetarianos rechazaban la carne porque los animales tenían que ser matados para ser comidos. Sin embargo, los veganos argumentaban que los productos lácteos implicaban matar a los terneros machos nacidos de las vacas lecheras, quienes también serían matadas después de que su producción de leche disminuyese. Por otra parte, la separación de las vacas lecheras de sus becerros en sí misma causaba una tremenda angustia tanto a la madre como al bebé. La producción de huevos requería la matanza de los polluelos machos, así como de las mismas gallinas después de que se volvieran menos productivas. El sistema en batería estaba apenas comenzando a aparecer en Gran Bretaña a mediados de los años 40 y la intensificación apoyó el argumento de la crueldad.
En tercer lugar, y quizás más interesante, los veganos expresaron desde el inicio una preocupación general por la explotación de los animales que iba más allá de su sacrificio y trato cruel y que rechazaba todo uso de los animales. En 1944, The Vegan Society reconoció que “nuestra civilización actual está basada en la explotación de animales, de la misma manera que las civilizaciones pasadas estuvieron basadas en la explotación de esclavos”. En 1945, la Sociedad declaró, en un contexto de rechazo a todo uso animal, incluyendo la miel: “El objetivo de The Vegan Society es oponerse a la explotación de la vida sintiente, independientemente de si hacerlo es rentable o no”. Mantenían que la mutilación y la matanza de animales “nos presentan una grave responsabilidad, puesto que moralmente no parece que exista ninguna diferencia entre tal comportamiento y un comportamiento similar hacia los seres humanos”.
En 1949, Leslie J. Cross, un vicepresidente temprano e influyente de The Vegan Society, escribió que el veganismo se refería a “la abolición de la explotación de los animales por parte del hombre” y ofreció una definición de veganismo: “el principio de la emancipación de los animales de la explotación del hombre”. Dejó claro que la “emancipación” significaba el fin de la domesticación. Argumentó que los animales tenían “derechos relativamente iguales a” los derechos humanos y dijo que toda la explotación animal per se, independientemente del trato, violaba esos derechos.
En 1950, The Vegan Society se comprometió a “perseguir el fin del uso de los animales por el hombre para alimentación, mercancías, trabajo, caza, vivisección y todos los demás usos que implican la explotación de la vida animal por el hombre”. Cross escribió que “[nuestro] objetivo no es hacer que la relación actual entre el hombre y el animal (que, si se mira de manera honesta, es esencialmente la del amo y el esclavo) sea más tolerable, sino abolirla. . . .”
En 1979, cuando The Vegan Society se convirtió en una organización caritativa registrada, adoptó como definición del veganismo: “una filosofía y modo de vivir que pretende excluir —en la medida de lo posible y factible— todas las formas de explotación de, y crueles con, los animales para alimento, vestimenta o cualquier otro propósito. . . . En términos dietéticos, denota la práctica de prescindir de todos los productos derivados total o parcialmente de animales.”
Aunque, ciertamente, hubo tensiones de disentimiento y desacuerdo dentro del movimiento vegano temprano, resulta claro que, en ciertos aspectos, se anticipó varias decadas al movimiento por los derechos de los animales el que al menos algunos de los pioneros veganos clave pidieran la eliminación de toda forma de explotación animal. Estaban promoviendo el veganismo no solo como una dieta o como una forma de reducir la crueldad hacia los animales, sino como un imperativo moral claro e inequívoco que reflejaba la abolición de toda explotación animal en la vida de uno mismo como parte necesaria para abolir el uso animal en la sociedad.
Visión contemporánea: En los años 1970 y 1980, el movimiento por los derechos de los animales surgió en Occidente y desafió al movimiento del bienestar animal, que aceptaba el uso de los animales por parte del ser humano, pero que promovía un trato más “humanitario”. El movimiento por los derechos de los animales inicial adoptó la idea de la abolición, pero a mediados de los años 1990 había adoptado la postura de que, aunque la abolición era el objetivo, la reforma del bienestar y la promoción convencional eran los medios adecuados para lograr ese objetivo. Esta posición fue tomada por todas las grandes organizaciones caritativas de los Estados Unidos, Europa y otros lugares, y fue promovida explícitamente incluso por el teórico de los derechos Tom Regan.
Aunque el veganismo como imperativo moral fue promovido por al menos algunos segmentos del movimiento temprano de los derechos de los animales que abrazaban la abolición, el movimiento animalista contemporáneo ya no puede ser caracterizado como un movimiento de derechos/ abolicionista y está dominado por el pensamiento utilitarista de Peter Singer. Singer, quien afirma ser un “vegano flexible”, promueve el veganismo dietético como una forma de reducir el sufrimiento y no como un imperativo moral. Ninguna de las grandes organizaciones caritativas de los Estados Unidos o de Europa promueve el veganismo como un imperativo moral. Muchos de estos grupos, al igual que Singer, promueven el veganismo dietético como una forma de reducir el sufrimiento, junto a otras medidas que supuestamente reducen el sufrimiento, incluyendo el consumo reducido, el consumo de lo que ellos dicen que son alimentos producidos de una manera más “humanitaria”, etc. Incluso The Vegan Society ha tomado, en los últimos años, posiciones que son hostiles al veganismo como imperativo moral. Muchos de los grupos de bienestar animal más tradicionales no promueven el veganismo en absoluto.
El veganismo dietético también se promueve como una forma de lograr o mejorar la salud humana. No existe evidencia de que se necesiten alimentos de origen animal para una óptima salud humana y un número cada vez mayor de autoridades médicas y sanitarias mantienen que los alimentos de origen animal son perjudiciales para la salud humana. Dado que la ganadería implica más gases de efecto invernadero que la quema de combustibles fósiles para fines de transporte, y posiblemente al menos hasta el 51% de todos los gases de efecto invernadero, algunos abogan por el veganismo dietético como forma de abordar problemas ambientales.
Hay un movimiento abolicionista de base, el cual mantiene que el veganismo es una cuestión de justicia y refleja el imperativo moral de no comer, vestir ni usar animales para propósitos humanos. El movimiento abolicionista promueve la idea de que el objetivo es terminar con el uso de los animales, incluyendo la domesticación, y no hacer que la explotación animal sea más “humanitaria”. Este movimiento también abarca el principio de la no violencia y sostiene que el rechazo de la explotación animal forma parte del rechazo a todas las formas de cosificación y discriminación, incluyendo aquellas que implican a seres humanos.
Cabe señalar que el veganismo fue el foco principal de dos conferencias organizadas en 1990 y 1991 por José Ferrater Mora en la Universidad Complutense de Madrid.
Argumentos contra el veganismo: Además de los argumentos basados en la salud, que fueron desmentidos hace mucho tiempo pero que siguen teniendo una fuerza considerable, y el argumento de que los animales, simplemente, no importan moralmente, lo que es una posición negada incluso por la moral convencional, existen dos argumentos principales contra el veganismo. El primero es que, debido a que toda actividad humana, incluyendo el crecimiento de las cosechas para producir alimentos o para la fabricación de ropa, daña a los animales a través del cultivo y del procesamiento, no podemos abolir la explotación animal y, por lo tanto, el veganismo es un ideal imposible. Este argumento fracasa por la misma razón por la que no diríamos que, como no podemos eliminar todo daño involuntario e indirecto a los seres humanos, la abolición de la esclavitud o la prohibición del asesinato es un ideal imposible. Este argumento ignora que la exclusión de seres -humanos o animales- de la comunidad moral al tratarlos como cosas que no tienen un valor inherente o intrínseco, es cualitativamente diferente del daño no intencional e indirecto que se les puede ocasionar a esos seres. Construir una carretera que sabemos resultará en muertes por tráfico no es lo mismo que esclavizar a humanos o asesinarlos.
El segundo argumento es que el mundo no se hará vegano de la noche a la mañana así que la promoción de la reforma del bienestar animal, la reducción del consumo, etc, es una necesidad práctica. Este argumento fracasa por la misma razón por la que nunca daríamos argumentos similares en el contexto de las violaciones fundamentales de los derechos humanos. Por ejemplo, el mundo no dejará de participar en la violencia misógina contra las mujeres de la noche a la mañana, pero, aún y así, no promoveríamos la “violación humanitaria” o la “violación reducida”. Un argumento de este tipo, aplicado a los animales, plantea la pregunta sobre el valor inherente de los animales y sobre su derecho a no ser explotados como productos.
Sobre la historia del movimiento vegano: L. Leneman, “No Animal Food: The Road to Veganism in Britain, 1909-1944,” Society and Animals (1999); back issues of The Vegan News and The Vegan, available online; L. Gompertz, Moral Inquiries on the Situation of Man and of Brutes, 1824.
Sobre el veganismo contemporáneo y el rechazo de la abolición por parte de las grandes organizaciones caritativas: G. Francione & R. Garner, The Animal Rights Debate; Abolition or Regulation?, 2010; G. Francione, Animals as Persons: Essays on the Abolition of Animal Exploitation, 2008; G. Francione, Rain Without Thunder: The Ideology of the Animal Rights Movement, 1996.
Sobre el movimiento abolicionista vegano: G. Francione & A. Charlton, Animal Rights: The Abolitionist Approach, 2015; G. Francione, Animals as Persons: Essays on the Abolition of Animal Exploitation, 2008; websites at AbolitionistApproach.com and HowDoIGoVegan.com.
Gary L. Francione, Board of Governors Distinguished Professor of Law and Nicholas deB. Katzenbach Scholar of Law and Philosophy, Rutgers University (U.S.) and Honorary Professor (Philosophy), University of East Anglia (U.K.).
Anna E. Charlton, Adjunct Professor of Law, Rutgers University (U.S.).