¿No es el hecho de que los animales deban tener el derecho básico a no ser considerados nuestros recursos una cuestión de opinión? ¿Qué derecho tiene alguien a decir que otra persona no debe comer carne u otros productos de origen animal o cómo deben tratar a los animales?

Los derechos de los animales no son más una cuestión de opinión que cualquier otro asunto moral. Esta pregunta es lógica y moralmente indistinguible de preguntar si la moralidad de la esclavitud humana es una cuestión de opinión. Hemos decidido que la esclavitud es moralmente condenable, no como una cuestión de mera opinión, sino porque implica tratar a los seres humanos que son esclavos exclusivamente como recursos de los demás y los degrada a la condición de cosas, privándoles así de valor moral.

La noción de que los derechos de los animales son una cuestión de opinión está directamente relacionada con el estatus de los animales como propiedad del ser humano; esta pregunta, como la mayoría de las demás aquí, asume la legitimidad de considerar a los animales como cosas que existen únicamente como medios para fines humanos. Debido a que consideramos a los animales como nuestra propiedad, creemos que tenemos el derecho a valorarlos de la manera que consideremos apropiada. Sin embargo, si no tenemos justificación moral para tratar a los animales como nuestra propiedad, entonces el hecho de si deberíamos comer productos de origen animal, usar animales en experimentos, o imponerles dolor y sufrimiento por deporte o entretenimiento no es más una cuestión de opinión de lo que lo es el estatus moral de la esclavitud humana.

Además, mientras los animales sean tratados como propiedad, seguiremos pensando que lo que constituye un trato “humanitario” para nuestra propiedad animal realmente es una cuestión de opinión porque cada persona decide cuánto valen sus bienes. De la misma manera que tenemos opiniones sobre el valor de otras cosas que tenemos, podemos tener opiniones sobre el valor de nuestra propiedad animal. Aunque el valor que otorguemos a nuestra propiedad puede ser demasiado alto o demasiado bajo en relación con su valor de mercado, esto generalmente no se cuestiona moralmente. Así que cuando María critica a Juan porque golpea a su perro regularmente con el fin de asegurarse de que su perro sea un perro guardián feroz y eficaz, Juan está perfectamente justificado al contestar a María que la valoración de su propiedad no es una cuestión de moralidad, sino una cuestión de su derecho a la propiedad.

Por otro lado, esta pregunta se relaciona con un tema del que se habla en la Introducción, la postura de que la moralidad es relativa, que es una cuestión de conveniencia o convención, sin ninguna afirmación válida en relación a una verdad objetiva. Si este fuera el caso, entonces la moralidad del genocidio, de la esclavitud humana o del abuso sexual infantil no serían más que asuntos de opinión. A pesar de que es cierto que las proposiciones morales no se pueden demostrar de la manera en que podemos demostrar las proposiciones matemáticas, esto no significa que “todo vale”. Algunas opiniones morales están mejor argumentadas que otras, y algunas opiniones morales “encajan” mejor con otras opiniones que mantenemos. La opinión de que podemos tratar a los animales como cosas simplemente porque nosotros somos humanos y ellos no es especismo puro y duro. La opinión de que no deberíamos tratar a los animales como cosas es consistente con nuestra noción general de que los animales tienen intereses moralmente signiticativos. No tratamos a otros humanos como recursos de los demás; hemos abolido la institución de la propiedad humana. Hemos visto que no hay una razón moralmente sólida para tratar a los animales de manera diferente en lo que se refiere al derecho de no ser tratado como un objeto, y que la postura de los derechos de los animales no significa que no podamos preferir a un humano antes que a un animal en situaciones de verdadera emergencia o conflicto donde no hemos creado ese conflicto previamente al violar el principio de igual consideración.

Si los animales tienen derechos, ¿no significa eso que deberíamos penalizar la matanza de animales de la misma manera que penalizamos la matanza de humanos?

No, claro que no. Es cierto que si nosotros, como sociedad, realmente le otorgamos importancia moral a los intereses de los animales y reconocemos nuestra obligación de abolir y no simplemente regular la explotación animal, probablemente incorporemos esa visión en las leyes penales que prohíben y castigan formalmente el uso de los animales como recursos. Pero eso no significa que debamos castigar el asesinato de un animal por un humano exactamente de la misma manera que castigamos el asesinato de un humano por otro humano. Por ejemplo, nuestro reconocimiento de que los animales tienen un valor moral no requiere que procesemos por homicidio involuntario a alguien que, mientras conduce imprudentemente, golpea a un mapache. El enjuiciamiento de humanos que matan a otros humanos sirve para muchos propósitos que no son relevantes para los animales. Por ejemplo, los procesos penales permiten que las familias de las víctimas de delitos experimenten algún tipo de cierre emocional, y aunque existe evidencia etológica de que muchos animales no humanos experimentan dolor por la pérdida de familiares o miembros del grupo, un juicio penal no sería significativo para ellos.